Te odio.

Enserio, te odio. Por todo. Porque cuando tú estás mal yo más aún, por que no soporto verte así, y porque aún encima eres un borde conmigo y mis depresiones aumentan como una montaña rusa que cae en picado. Te odio, porque yo no te pedí que aparecieras y que pusieras patas arriba mi vida y mis sentimientos. Mañana hará tres semanas que te conozco, y ya basta, ya me ha llegado. En tres semanas he tenido más emociones acumuladas que en meses, tanto buenas como malas. Yo no te pedí que fueras la mejor persona del mundo, ni que me mimaras o dieras cariño, ni me ayudaras con mis cosas, ni que te hicieras querer, ni que fueras tan tú, tan perfecto conmigo. Yo no te pedí nada de eso. Pero si te pido que dejes de causarme tales montañas rusas, tantos disgustos y alegrías contrapuestas, en poco tiempo, no pueden ser buenas.